Historia

Las primeras entidades de crédito con garantía de prenda fueron los Montes de Piedad, que aparecieron en el norte de Italia hacia la segunda mitad del siglo XV.

Quienes necesitaban un préstamo se veían obligados a acudir a los banqueros judíos, quienes por entonces llegaron a monopolizar el mercado del crédito, dado que estaba prohibido, tanto a los cristianos como a los musulmanes, realizar préstamos con intereses.

Inicialmente, los prestamistas judíos eran los únicos que realizaban pequeños préstamos al consumo, pero poco a poco terminaron financiando incluso a ciudades, príncipes, papas y otras autoridades públicas que acudían a ellos porque eran los únicos con cantidades en efectivo suficientes para prestar grandes sumas de dinero.

Intereses del 200%

Por otro lado, era habitual que los campesinos, artesanos y pequeños comerciantes que recurrían al crédito para superar necesidades imprevistas o para hacer frente a la escasez de productos agrícolas, se vieran obligados a pagar intereses muy altos, con tipos desde el 30% hasta el 200%, según los historiadores.

En un principio, quienes se entregaron con mayor celo y energía a combatir la usura de los judíos de la época fueron los frailes franciscanos, cuya misión era abandonar el retiro del convento para solucionar los problemas económicos, e incluso de subsistencia, de los cristianos y ayudar de forma práctica a los más necesitados.

Los franciscanos y el «Montes Pietatis»

A tal fin, los franciscanos promovieron la creación de “Montes Pietatis”, instituciones que prestaban dinero en metálico con garantía de prenda, sin intereses, y exclusivamente con fines caritativos y solidarios. Los fondos provenían de las limosnas de los fieles y para ello organizaron colectas destinadas a “amontonar” o crear un fondo – o Monte – y poder prestar pequeñas sumas a los necesitados, solicitando el reembolso de los gastos solamente a quienes pudieran pagarlos. En virtud de su finalidad caritativa y religiosa, de la procedencia de los fondos (las limosnas o colectas) y para distinguirlos de otras iniciativas laicas precedentes, dichos Montes se denominaron “de Piedad”.

Entre las figuras de mayor relieve promotoras de los primeros Montes destacan los franciscanos Bernardino de Siena, Michele Carcano, Fortunato Coppoli, Bernardino de Busti y Bernardino de Feltre. Posteriormente, el préstamo con un tipo de interés bajo se convirtió en la directiva de la Orden franciscana para el funcionamiento de los Montes y se aplicó uniformemente en todos ellos.

Préstamo con intereses

La encendida disputa teológica, moral y jurídica con los frailes dominicos sobre el cobro de intereses, quedó definitivamente zanjada con las decisiones del Concilio Laterano V, iniciado en 1512 por Julio II y concluido en 1517 por León X. Este último, con la Bula Inter multiplices de 1515, tras confirmar la condena de la Iglesia contra la usura, aprobó la legitimidad del préstamo con intereses, respaldando la práctica por entonces ya generalizada de los Montes de pedir un interés moderado o blando en concepto de reembolso de los gastos.

La práctica había demostrado que los Montes que habían decidido seguir rígidamente la regla del préstamo gratuito, confiando exclusivamente el capital inicial a la generosidad de los benefactores o de los poderosos, no tardaron en cerrar sus puertas o bien se vieron obligados a cambiar de sistema y adoptar la fórmula del cobro de unos intereses mínimos que permitieran su supervivencia institucional.

Los “Montes Pietatis” italianos se extendieron rápidamente por toda Europa, adquiriendo especial raigambre en los países de confesión católica y del área mediterránea (Francia, España, Portugal, Prusia, Países Bajos, etc. ), extendiéndose desde éstos, por influjo de la colonización y evangelización, a toda la América Central y del Sur, Äfrica del Norte, Filipinas, Japón, etc.

Frugality bank

Paralelamente a esta corriente religiosa, católica, en los países anglosajones y protestantes surgirían corrientes caritativas similares como los “Frugality Bank”, “Bancos de Caridad” e instituciones similares que también pretendían ayudar a los más necesitados sustituyendo las limosnas para fines religiosos, la caridad y la piedad cristianas por las virtudes laicas de las dádivas, la filantropía y la previsión.

En la actualidad, el crédito pignoraticio o prendario es un producto financiero extendido universalmente e implantado en muchos países, desde los considerados más ricos (como Suiza o Alemania, en plena pujanza) hasta otros menos afortunados (como Bangla Desh, Argelia, etc.).