El crédito social es un concepto que se viene utilizando desde finales del siglo XX, cada vez con más fuerza, para hacer referencia a una modalidad de crédito por la cual se atienden las necesidades de un segmento de la población que se encuentra en riesgo de exclusión financiera y, por tanto, de exclusión social.
Los sistemas tradicionales de acceso al crédito requieren de una garantía. En el caso del crédito prendario, primera, centenaria e histórica fórmula de acceso al crédito, el prestatario deja un objeto entregado en prenda al prestamista. Un objeto con valor intrínseco. En la Europa del siglo XVII en que nació el crédito prendario, gracias a las corrientes filosófico-humanistas de los franciscanos, ya era posible recibir préstamos poniendo como garantía las cosechas producidas… y hasta las futuras.
El crédito prendario, que se canalizó a través de los Montes de Piedad, se extendió rápidamente por todo el mundo hasta el punto de que en este siglo XXI, absorbe una notable cantidad de recursos y el negocio de los Montes se incrementa todos los años. En los países de la Europa occidental, por ejemplo, los nuevos clientes de los Montes son, mayoritariamente, inmigrantes, para quiénes el crédito prendario resulta de una utilidad extrema.
Pero si el crédito prendario sigue un papel importante como herramienta de inclusión financiera, las cambiantes circunstancias de un mundo globalizado hacen necesarias nuevas vías para favorecer el acceso al crédito de los más desfavorecidos.